En mi casa siempre se ha dicho que “es mejor echar de menos que de más”.

Esta podría ser una buena máxima a la hora de programar salidas al campo en familia.

Si nos gusta la montana y nos apetece que nuestros pequeños compartan esa afición, ya sea el senderismo, la bicicleta o la pesca, tenemos que conseguir que en nuestras salidas al campo los niños siempre se queden con ganas de un poquito más.

Planificar adecuadamente la excursión, en función de la época del año y de las capacidades de nuestros pequeños acompañantes, será siempre básico.

No es lo mismo atravesar un bosque en invierno cuando a fuera hace sol, que hacerlo en verano donde deseas que el bosque no acabe nunca.

El final de la excursión también es importante, mejor que sea circular, con salida y llegada por distinto camino y con un final al sol o a la sombra según época del año, que nos permita descansar un poco y disfrutar de un rato de la naturaleza en familia o con los amigos.

Siempre será mejor ir a un lugar conocido, donde podamos anticipar las respuestas a las sufridas preguntas de ¿Cuánto queda? o ¿Cuándo paramos?, además de la sensación de mál rollo que se te empieza a poner cuando al subir la que tu creias que era la ultima cuesta y aparecen cinco más, tu tragas saliva, tu mujer te fulmina con la mirada y tus hijos se arrojan al suelo.

Si hemos llegado a ese punto el asunto ya se nos ha ido de las manos, tenemos al equipo cansado o desmotivado o las dos cosas que es peor.

Llevo un porrón de años saliendo al monte con críos, Díos me libre de querer establecer normas o crear cátedra, pero la experiencia me dice que las excursiones cortas suelen dar mejor resultado que las largas marchas por la montaña aunque el final sea doble o triplemente espectacular.

Asunto a parte, es la intendencia.

Si acostumbramos a los chicos/as a portear su propio material, además de ir haciéndolos cada día un poco más responsable, nosotros podremos permitirnos llevar en la mochila algún extra de otra manera requeriría una mochila de tamaño expedición.

Los chicos/as que salen al campo caminando autónomamente son capaces de llevar:

  • Un botellín de agua.
  • Una sudadera.
  • Un chubasquero ligero.
  • Unas galletas.
  • Un bocadillo.
  • Gafas de sol.
  • Gorra.

De esa manera nosotros podremos llevar además de ese equipamiento mínimo:

  • Cámara de fotos
  • Prismáticos
  • Agua extra
  • Botiquín
  • Alguna guía de campo con indicaciones del sendero a recorrer
  • Teléfono móvil
  • Un termo con infusión caliente (en invierno).

Respecto al material, ni los niños ni nosotros necesitamos sofisticadas membranas textiles si solo salimos al campo una o dos veces al año. Si por el contrario el aire libre es nuestra pasión casi todos los fines de semana, no esta de más invertir algunos euros en prendas un poco más técnicas.

Un chubasquero que abulte poco e y el paraguas en alguna época del año serán nuestro mejor aliado para volver a casa secos.

Siempre serán mejor unas botas de montaña (sobre todo en invierno) que unas zapatillas de deporte, pero en terrenos fáciles que serán los que nos movamos generalmente con con los chicos, las segundas van igual de bien.

En todo caso y esto es una norma de cualquier manual me montañismo, intentaremos no estrenar calzado el mismo día de la salida al monte por el riesgo de las rozaduras.

Bueno ya esta bien de tanta norma y recomendación, nos vemos en el campo…

Alberto.