De un tiempo a esta parte los deportes de montaña en general y el senderismo en particular se han popularizado mucho en nuestro país.
A la facilidad para viajar, al haber mejorado sustancialmente muchas vías de comunicación entre las grandes ciudades y los núcleos rurales, se le suma un mayor acceso al información disponible en cuanto a senderos, rutas, miradores, etc…
Posemos herramientas sencillas para gurdar tracks en GPS y rutas en nuestros teléfonos que nos permiten llegar a los lugares de moda sin necesidad de preparar concienzudamente las rutas.
Las redes sociales nos animan a compartir nuestra experiencia con los demás y mostrar nuestros logros públicamente.
Por otro lado de ha producido una democratización del precio de ciertos productos de equipamiento textil y ropa de montaña que nos permiten salir mejor pertrechados a nuestras excursiones por la montaña.
El resultado de todo este coctel es la proliferación de visitantes en momentos del año muy concretos y en lugares muy determinados en busca de establecer su conexión vital con la naturaleza.
Los motivos por los que nos acercamos a la naturaleza son muy diversos y están de sobra estudiados, pero parece que todos/as vamos buscando esa especie de Wifi que nos permita descargarnos esas sensaciones a nuestro interior y que nos hacen tan felices en el momento y en los días venideros.
Pero con el wifi de la naturaleza, pasa como en el de casa…que cuando hay mucha gente conectada la velocidad y calidad de la descarga baja o se interrumpe.
Esas emociones que veníamos a buscar a las altas cimas o a la profunda belleza delos Ibones de montaña desaparecen, porque con muchas personas a nuestro alrededor perdemos la conexión buena.
Tocará en esos días, alejarse un poco más de los lugares que vemos en Instagram, rehuir de las recomendaciones de las paginas oficiales de turismo de nuestro destino vacacional, caminar un poco más alto, a un lugar más recodito, menos evidente, mas lejos del coche.
Allí en esa cima secundaria, en ese paseo que podría parecer anodino, en ese camino tomado al azar, con un poco de suerte… un ave se posara cerca de nosotros/as, una flor nos mostrara su belleza o una roca o un paisaje nos planteara enigmas difíciles de resolver.
Y será entonces, en esos lugares que no tienen #, ni etiqueta , donde notaremos una capacidad de descarga que ni el 5G ni la fibra japonesa podrán superar.
Bienvenidos a las cimas secundarias y a los valles olvidados.
Prohibido etiquetarse… se ruega discreción.
Nos vemos en esos cerros del mundo.